El título de 'Rosa de España' no es gratuito, ya que fue la favorita del público repetidas veces mientras que estuvo en la Academia. También la prefirieron a ella en el momento crucial: Rosa fue la ganadora del concurso. Tal vez los contrastes, en la personalidad de Rosa, fueran los que encandilaron al público. La inocencia y timidez en su conversación, en su vida, por una parte; y la osadía y la fortaleza en el momento de cantar, por la otra. Ahí es cuando el público descubre a la artista.

Muchos han dicho que Rosa no tiene tanto 'don de escenario' como otros compañeros suyos de la Academia. Es posible, pero otros muchos melómanos echan de menos los tiempos en los que en este país se valoraban más las voces que las coreografías; porque estamos hablando de cantantes.

Prueba de la calidad de voz de Rosa está el interés de prestigiosos compositores españoles en hacerle canciones. Hablamos de figuras como las de Armando Manzanero y José Luís Perales.

Antes de entrar en el concurso televisivo, Rosa ya era cantante. Pululaba por las Alpujarras de Granada en la furgoneta de su padre, para arriba y para abajo, cantando en las verbenas de los pueblos. En aquellos tiempos, aunque siempre fue un poco perezosa para estudiar, tomó clases de canto y de piano. Y llegó el día, como les llegó a todos los de Operación Triunfo, en el que le tocó la lotería de tener a su disposición un buen elenco de maestros. Éstos les enseñaron a manejar sus voces y sus cuerpos. Fue una dura tarea para Rosa, en primer lugar, debido a su timidez, y después, a causa del esfuerzo físico de ponerse a dieta. Toda la audiencia fue testigo de excepción de la evolución global de la joven cantante.

Después del aprendizaje, llega el esfuerzo personal y el tesón de no rendirse ante la bajada del éxito. En el caso de Rosa, se comenta que no ha vendido tantos discos como algunos de sus compañeros. De todos modos, el mayor reto es mantenerse, y para analizar este aspecto aún es un poco pronto.